Para la tercera entrega de Tempus Fugit he inventado, con la ayuda nominativa de Alvy Singer, una parafilia futurista. Me he sentido poderoso y mezquino, dándoles a mis personajes no unas vivencias, ni una biografía, ni una memoria, ni un romance, sino un problema. Un problema que les marca y les condiciona, pero a mí me resuelve la historia como no lo había hecho ninguno de los destellos de felicidad que les había regalado en entregas anteriores. Me he sentido, digo, extrañamente omnipotente y extrañamente miserable.
Me he ido a cenar mientras les dejaba en el intersticio entre dos viñetas, follando. Al menos que saquen eso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario