miércoles, 27 de mayo de 2009

Las cero cincuenta y dos

Miro gatos porque quiero gato. Todos tristes, todos dando pena, todos con legañicas, despeluchados, de colores brillantes y patas desgarradas. Escribo a varios contactos, quiero uno y posiblemente lo tenga alrededor de mi fecha de cumpleaños. Un gato pajero y posiblemente pianista. Un John Tones a cuatro patas, vanidoso y despreocupado. Un escudero de un amo que sale de casa poco o menos, porque la inmensa pantalla del ordenador escupe tantas ficciones de zombies como almacena las inventadas por mí. Así que dentro de poco saldré a comprar comida, a acariciar a una cretina y el resto del tiempo, vomitaré zombies, zamparé zombies. Y tendré un gato.

5 comentarios:

Diego dijo...

¿Y la criatura tiene nombre? El gato, digo, no la cretina.

John Tones dijo...

Aún no. Cuando lo tenga. Obviamente.

Holdy dijo...

No me joda Tones, del 76, le gustan los gatos...no me diga que nació el 14 de junio que me asusto.

John Tones dijo...

Virgen santa. 19 de junio.

Adonías dijo...

Aquí un gatero devoto. Tuve una gata, Tina (llamada así en homenaje a Agustín, mi fallecido padre) que se quedó con mi madre cuando me casé. Mejores personas que las personas, infinitamente más divertidos que los aburridísimos chuchos, los gatos son el animal de compañía perfecto: apenas necesitan cuidados, son la descojonación cuando aparecen en los sitios más inverosímiles o cuando pegan un susto de muerte al aparecer sorpresivamente entre las piernas de aquellos a quienes les asustan los felinos.
Eso sí, como sigas adelante con lo que has mencionado, olvídate de volver a dormir solo. Y si eso pasa (y pase lo que pase) yo me alegraré.

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