sábado, 11 de abril de 2009

No conozco ninguna facción

Me bulle la cabeza esta noche (esta noche que tengo que terminar de editar un texto casi ziguratiano sobre bandas sonoras vampíricas para Mondo Pixel) con múltiples chuminadas sobre lo que ha pasado y lo que pasará con mis cosas. Pestañeo, miro el móvil, suspiro y vuelvo a la edición. Y bullen las chuminadas. Sacudo la cabeza, escucho los diálogos que brama el televisor en el que mis padres, de visita esta semana, se zampan una vez más Mentiras Arriesgadas, más chuminadas bullientes, suspiro y vuelvo a la pantalla.

Y así todo el día (solo que los diálogos de Mentiras Arriesgadas son un auténtico oasis de ingenio y jovialidad en comparación con los programas de televisión para morlocks y los telefilms de suspense masticadito que la parentela ha consumido a lo largo de esta aburrida jornada). Las chuminadas no dejan que me concentre en mi trabajo, pero yo tampoco me dejo achantar, y no permito que las chuminadas, a su vez, se concentren en mi trabajo, así que deambulo por bloglines, juego a tres idioteces y suspiro como una menopáusica. Y no dejo de mirar el móvil. Bah. Espero que mañana la cosa cunda más.

Es muy gracioso, eso sí, lo de "con dos cojones; gilipollas, pero con dos cojones". Siempre me ha encantado esa línea.

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