Veo Step Brothers y me quedo, de forma inevitable, con el detalle de que uno de los personajes restriega uno de sus cojones, ante la pantalla, sobre el parche del timbal de una batería. En plano detalle. Eso es lo que se me ha quedado. Un huevo de hombre adulto dejando una marca grasienta sobre una batería.
Sin duda, y junto al terror, la comedia tiene el mayor potencial subversivo de todos los géneros narrativos. Con esta imagen que me acompañará varios días en un infernal loop testicular, recuerdo el otro punto en común entre ambos géneros, y que tenía tan claro cuando recién llegado a la veintena me bañaba en teorías cinematográficas para quedarme sólo con las conclusiones interesantes: solamente el terror y la comedia son capaces de conjurar metáforas visuales que nos cambien la vida. Quizás ya estoy mayor para que la vida me cambie, pero que me muera ahora mismo si el cóctel de las pelotas de Will Ferrell y la batería no me ha turbado lo que queda de noche. Y si producir esa reacción tan visceral no es algo digno de elogio en estos tiempos de asepsia y desgana, apaga y vámonos.
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