lunes, 16 de marzo de 2009

El resorte de la risa

Escribiendo para El Focoblog sobre música decidida, abierta, insolentemente humorística, me paro a pensar en mis propia filias musicales y en la desafiante necedad de la gente, que ha superado el trauma de considerar la comedia cinematográfica o literaria como géneros menores, pero que no está dispuesta a permitir que el humor se cuele en el pop. Nonono, el pop ya hemos quedado que solo viene bien para palpitaciones fugaces, pero coño, que sean palpitaciones serias. Enchochamiento adolescente, bueno, pero con cierta gravedad. Posiblemente, el motivo es que el humor durante dos horas o trescientas quince páginas no es humor: es posicionamiento vital humorístico. Con tintes sarcásticos, si acaso. Pero humor melódico durante dos minutos y medio es un chascarrillo, y eso no, hombre, cómo vamos a meter en el mismo saco a Wonderwall y a Mi Agüita Amarilla, ¿eh? La vanidad de la gente no conoce límites: les da pereza acercarse a cualquier forma impresa de más de diez mil caracteres y a películas que no les traten como asnos, pero las cancioncicas, oiga, que mantengan la gravedad, ¿no? No se vayan a pensar que somos tontos.

Pues sí, oigan. Tontos todos. De remate.

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